27 oct 2014

Samaín: "La Santa Compaña"

Esta año celebraremos Samaín trabajando el mito de la Santa Compaña que es típico de Galicia. Para ello sonará en los cambios de clase un fragmento de la canción "La Santa Compaña" de El Mago de Oz, y para trabajarla en clase os enlazo un vídeo y la letra.

Música "La Santa Compaña" de El Mago de Oz


Letra La Santa Compaña de El Mago de Oz

Cuando al atardecer

Los últimos rayos del Sol

Jugueteaban a esconder

Las luces y el color

Del bosque del perder



Algo se empieza a mover

Algo a lo lejos se ve



La lluvia hacía del mar un rumor

Y el dios de las sombras se instalaba

La reina de la noche acudió

Su majestad La Luna, viene acompañada

De una procesión de almas en pena



Portadores de luz

Rosas en un ataúd


Al frente dicen ver

A un vivo con una Cruz

Pues necesitan de él

Para llevar la muerte

A quien les pueda ver


No abras a nadie mujer

No hasta el amanecer


Si los oyes llegar

Y tu alma quieres salvar

Un oráculo dibuja ya

Métete en él, reza

Y no escuches su voz


La muerte te hará creer

Que soy yo, "Cielo, ábreme"


Vídeos que explican el mito de La Santa Compaña




 En el siguiente vídeo nos narran la historia de Bruno Alabau un chico joven que en 1982 vio la Santa Compaña en un bosque de A Coruña.

 

En este otro vídeo veréis otro cortometraje sobre La Santa Compaña


Otros años por estas fechas en 4º ESO trabajamos la Danza Macabra: en el siguiente enlace podreís escucharlo y saber más de este otro mito
http://musicapicota.blogspot.com.es/2013/11/la-danza-macabra-de-camile-saint-saens.html





22 oct 2014

Música folclórica de otros países

En clase de 4º ESO hoy hemos visto varios vídeos sobre la música en diversos continentes.

En Asia:
"Danza de la mil manos" realizado por mujeres chinas sordo mudas. Con música pentatónica típica asiática.


Aunque en este vídeo los niños no tocan música folclórica sí es bastante motivante para aprender a tocar un instrumento y por eso lo vimos también. Se trata de niños asiáticos,



Música africana:
Se trata de un vídeo en el que se han mezclado sonidos que producen los propios africanos mientras realizan diversas tareas de la vida cotidiana, pero siempre con una base rítmica inherente.
Cantan en los minutos 1'19''; 4'35''
7'51'': aparecen unos niños tocando con un ritmazo increíble.
8'14'': baile tribal donde incluyen movimientos similares a los usados en capoeira.



Motivación en Rugby basados en percusión corporal: 




17 oct 2014

Instrumentos tailandeses



EL KHONG WONG

Conocido como Khong wong lek (pequeño) o Khong wong yai (grande), este instrumento consiste en un marco circular de rota del que cuelgan pequeños gongs y es el que proporciona la melodía a la música tai. Como no existe el contrapunto cuando se trata de un dúo, un instrumento desarrolla la melodía y el otro realiza las variaciones.



XILOFÓN o RANAD-EK

El ranad muy similar al xilofón occidental, es uno de los seis componentes básicos de los grupos musicales que acompañan las danzas tradicionales y muchas ceremonias. Los hay planos y ligeramente curvados, con distintas tonalidades. Suelen utilizarse para realizar variaciones en octavas sobre la melodía básica, dividiendo tres o cuatro veces cada compás. Las varillas, de bambú o de madera endurecida, se montan sobre un armazón de madera.

En la actualidad se cuentan cincuenta tipos de instrumentos, algunos de los cuales poseen sus propias variantes regionales. Los bailes, las fiestas, el teatro popular o los combates de boxeo suelen ir acompañados de música.




INSTRUMENTOS DE CUERDA


El complicado chakhay es una especie de guitarra de mango ancho que sólo se incorpora en las grandes orquestas y en general tocado sobre una mesa baja por mujeres. Otro instrumento tradicional es el saw sam sai, violín compuesto por una cáscara de coco de forma triangular, un arco de marfil y tres cuerdas de seda; el rey Rama II era un virtuoso del saw sam sai, tan entusiasta que eximió de impuestos a la plantaciones que producían los cocos necesarios para su confección.



EL GONG

Los grandes gongs se montan a menudo en elegantes soportes, en algunos casos penden de los colmillos de elefantes. Las versiones de menor tamaño son elemento habitual de cualquier agrupación, junto con el xilofón, el tambor, el pinai -semejante al oboe- elkhong wong yai circular y un par de pequeños címbalos llamados ching lek o ching yai.


15 oct 2014

LA MÁQUINA DE ESCRIBIR de Leroy Anderson

En este artículo, para completar lo explicado en clase, os enlazo 2 vídeos con la pieza LA MÁQUINA DE ESCRIBIR de Leroy Anderson, donde el instrumento solista de esta pieza es el sonido de una máquina de escribir, acompañado por una orquesta sinfónica.

En el primer vídeo aparece el actor y humorista Jerry Lewis en la película "Lío en los grandes almacenes"


 



 Y en el siguiente vídeo podéis disfrutar de una interpretación en directo de esta pieza.

9 oct 2014

Orfeo y Eurídice: el mito

El siguiente texto sobre el mito de Orfeo está sacado del libro: "Mitos griegos" Ed. Vicens Vives.

Orfeo en el infierno:
      En Tracia, fértil país lleno de verdes sauces y manzanos silvestres, vivió en la antigüedad un famoso cantor llamado Orfeo que tenía una voz clara como el cristal y dulce como la miel. Orfeo solía cantar al son de una lira que le había regalado el mismísimo Apolo, el dios de la música. Sus canciones, unas alegres y otras tristes, no sólo hacían llorar de emoción a la gente, sino que amansaban a las bestias y estremecían a las piedras. Incluso podían alterar las fuerzas de la naturaleza, pues, una vez, durante un viaje por mar, cuando la tormenta amenazaba con hundir el barco, Orfeo comenzó a cantar, y su voz aplacó en el acto la furia terrible del viento y de las olas.
      Orfeo se enamoró de Eurídice, una ninfa bellísima que vivía en uno de los bosques de Tracia. La quería con locura, y se casó con ella con el convencimiento de que seguirían juntos hasta la vejez. Por desgracia, el mismo día de la boda, una serpiente mordió a Eurídice en el talón, y la mató sin darle tiempo ni siquiera de despedirse de su esposo. Orfeo sintió que su corazón se desagarraba de dolor. El llanto inundó sus ojos, y durante meses no hizo otra cosa más que vagar sin rumbo por el bosque: ni cantaba, ni hablaba con nadie. Orfeo sentía que, sin Eurídice, su vida no tenía sentido. Por eso decidió llevar a cabo una hazaña sobrehumana: viajar al más allá para recuperar a su esposa.
      - ¡Estás loco! -le advirtieron sus amigos-. ¡Nadie puede viajar al infierno y volver con vida! Tienes que asumirlo, Orfeo: ¡nunca podrás recuperar a Eurídice!
      Pero Orfeo no hizo caso: prefería arriesgarse a morir antes que vivir lejos de Eurídice. Una mañana, pues, entró en la cueva que llevaba hacia el Tártaro, el mundo subterráneo donde habitan los muertos. Durante horas, descendió sin descanso a través de oscuras sendas abiertas entre la roca, y al fin llegó a las orillas del río Aqueronte, cuyas aguas separan la vida de la muerte. Allí vivía el sombrío Caronte, un anciano raquítico cuyo oficio consistía en montar a los difuntos en su barca para llevarlos a la otra orilla del Aqueronte, que es donde empieza el infierno. Caronte era muy antipático, y nunca hablaba con nadie, pero cuando vio a Orfeo no pudo quedarse callado.
     -¿Se puede saber qué estás haciendo aquí? -le dijo-. ¿Es que no sabes que los vivos no podéis acercaros a estas tierras?
     En lugar de responder con palabras, Orfeo cogió su lira y empezó a cantar una canción leve como la brisa, que evocaba el gozo de un paseo por un camino soleado. Caronte se acordó entonces de su madre y añoró el aroma de su pies, y sus ojos se llenaron de lágrimas, las lágrimas de un niño que reclama atención. Aunque Caronte no dijo nada, era evidente que Orfeo había logrado convencerlo para que hiciera algo prohibido: llevar a un hombre vivo a la orilla de los muertos.
      -Sube a mi barca -le dijo a Orfeo.
      Ya en la otra orilla, Orfeo se fue adentrando poco a poco en la oscuridad del Tártaro. Lo hizo sin dejar de cantar y su hermosa voz logró amansar al feroz Cerbero, el perro de tres cabezas que custodiaba las puertas del infierno para impedir que pasen los vivos. De ese modo, Orfeo pudo llegar ante el mismísimo Hades, el rey del más allá. También cantó para él, y lo conmovió con la belleza de su canto.
      -Está bien, Orfeo -dijo Hades-, puedes llevarte a tu esposa. Pero tendrás que cumplir una condición...
      -Mandadme lo que queráis y obedeceré -dijo Orfeo, lleno de alegría.
      -Cuando emprendas el camino de vuelta, Eurídice seguirá tus pasos, pero tú no debes girarte nunca para mirarla. No vuelvas la cabeza, Orfeo, o Eurídice regresará en el acto al infierno. Y si la pierdes por segunda vez, no volverás a verla nunca más.
       -No os preocupéis: saldré del Tártaro sin volver la cabeza ni una sola vez.
       Orfeo, pues, emprendió el camino hacia la luz, con la seguridad de que Eurídice lo estaba siguiendo, y volvió a cantar al son de su lira. Las notas de su canción iban trenzando como una escalera de cuerda: cada nota se convertía en un escalón, cada estrofa elevaba un poco más la escalera. Durante el trayecto, Orfeo no se giró ni una sola vez para mirar a Eurídice. Pero, cuando ya estaban cerca de la superficie de la tierra, y la luz del día empezaba a iluminar la gruta, Orfeo sintió un miedo incomprensible. De pronto, le aterró la posibilidad de que Hades lo hubiese engañado. ¿Y si Eurídice no estaba a sus espaldas? ¿Y si se había perdido por el camino? Movido por un terror incontrolable, Orfeo volvió la cabeza, y en ese mismo instante acabó todo: una mirada bastó para que Eurídice se hundiera a toda velocidad en las profundidades del Tártaro.
       Nadie podría describir la pena que sintió Orfeo al comprender que había perdido a Eurídice por segunda vez y para siempre. Sus mejillas quedaron arrasadas por las lágrimas, su pelo se volvió blanco de repente y el mundo perdió para él todos sus colores y aromas. En los años que siguieron, su voz sólo pudo entonar canciones tristes. Así, abandonado a la melancolía, Orfeo fue haciéndose viejo y llegó la hora de su muerte.
Las musas (eran divinidades que inspiraban a los poetas, los músicos y los pintores, entre artistas. Eran nueve, y vivían con Apolo, el dios de la poesía y la música) lo enterraron en un hermoso valle a la sombra del Olimpo, donde los ruiseñores se reúnen desde entonces a cantar. Orfeo no puede oírlos, pero no le importa, porque ahora es feliz: está en la orilla de los muertos, junto a Eurídice, y ya no tiene miedo de perderla....



El mito de Orfeo también los podéis leer en este enlace: http://sobreleyendas.com/2007/07/02/el-mito-de-orfeo-y-euridice/

Orfeo y Eurídice: versión de la historia con dibujos Manga




La muerte de Orfeo: versión de la historia con dibujos Manga

En los siguientes enlaces, que son artículos posteriores que iré añadiendo al blog trataremos algunas óperas donde algunos compositores utilizan a Orfeo como protagonista:
1ª ópera: La fábula de Orfeo (1607) de Claudio Monteverdi, perteneciente a la Escuela Florentina
2ª ópera: Orfeo y Eurídice (1762) de Christoph Willibald von Gluck
3ª ópera: Orfeo en los infiernos (1858) de Jacques Offenbach
OTROS:
El descenso de Orfeo a los infiernos (oratorio) de Marc Antoine Charpentier (Francia 1634-1704)